El Último Vuelo de Lúpin
[SEPA] Existe una a cofradía integrada por personas extrañas, amantes de la madera balsa, los radios transmisores, los aeromodelos, los globos, las maquetas, la carpintería, los barriletes, la mecánica, las aventuras, el camping, la fotografía analógica, la música, el dibujo, las historietas, etc. entre tantas otras inquietudes. Con la llegada de internet empezaron a visibilizarse creando comunidades enormes que exceden largamente las fronteras de su país de origen, Argentina.
Se trata de un fenómeno que nació un caluroso 1 febrero de 1966 por iniciativa de Héctor Mario Sídoli (1923-2006), Guillermo Guerrero (1926-2009) y Guillermo Divito (1914-1969), tres dibujantes y guionistas de historietas que trabajaban juntos en la clásica revista Rico Tipo, creada por Divito. En realidad, Sídoli y Guerrero eran empleados de la revista de Divito y un día renunciaron para fundar su propia revista; a lo que éste les propuso: ¡No se van nada…Nos asociamos, se quedan aquí y sacamos juntos la nueva revista! Y así ocurrió.
Número 1 de Lúpin
Sin embargo, los dos primeros serán los responsables finales de esta iniciativa -a raíz de la prematura muerte de Divito en un terrible accidente automovilístico mientras vacacionaba en Brasil-. Pese a ello, el esfuerzo de Sídoli y Guerrero se tradujo en 499 números publicados durante cuarenta años, de una de las revistas de historietas más queridas por los argentinos. Considerada una historieta de culto, formadora de vocaciones técnicas para verdaderos hacedores. Sus números, hoy son codiciados y canjeados entre sus fanáticos (ya adultos), en numerosos sitios de internet y lugares físicos de intercambio ubicados en ferias temáticas a lo largo y ancho de Argentina. ¿Qué pasó con la nave nodriza, la revista Rico Tipo? Una vez muerto Divito, sus herederos no pudieron mantener la misma calidad de su creador y pese al éxito que había tenido, al morir su fundador, tuvo un abrupto declive y terminó cerrando tres años después.
La Revista Lúpin (ya en manos de Sídoli y Guerrero), nació con un insólito nombre que requiere su explicación. Guillermo Guerrero era aviador civil y como dibujante, creó un personaje que también era aviador. Al estar habituado con el mundo de los aviones, le resultaba fácil imaginar aventuras para su hijo de papel. Inicialmente quería ponerle como nombre “LOOPING”, término técnico con el que -en idioma inglés- se designa una acrobacia aérea consistente en una suerte de rulo o tirabuzón que el aviador acrobático hace en su faena. Este término en inglés resultaba poco amigable para el niño argentino; por lo que el dibujante argentinizó el término como “LUPIN” creando una palabra fácil de recordar y de escribir; pero aún había un problema. Según la experiencia del equipo de la revista, cuando mostraban el nombre, la gente espontáneamente lo acentuaba en la última sílaba y decía “LUPÍN”; lo cual creaba una confusión con el conocido personaje Arsenio Lupín (el caballero ladrón con talento para disfrazarse, maquillarse y asumir múltiples identidades para cometer sus crímenes y resolver acertijos) creado por el escritor francés Maurice Leblanc (1864-1941). Frente a ello y para evitar confusiones, el personaje que dio nombre a la revista de Sídoli y Guerrero se llamó finalmente “LÚPIN”, con acento en la ú.
Resorte y "El Profe"
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Un dato curioso: siendo sus fundadores dibujantes y amantes de las historietas, la revista era precisamente eso, una revista de aventuras con personajes entrañables; sin embargo por idea de Sídoli comenzaron a publicar “planitos” de la mano de Resorte, un niño regordete con grandes anteojos que era ayudante de “el Profe” un científico con el compartían las aventuras más estrambóticas pobladas de alienígenas y máquinas insólitas.
A los planitos siguieron consejos de electrónica, modelismo, barriletes y todo tipo de actividades de bricolaje. Guillermo Divito no estaba muy convencido de esta idea porque, a su criterio, desvirtuaba la naturaleza de la publicación. Sin embrago terminó siendo la causa de su éxito, al punto que la relación con los lectores se hizo cotidiana y directa. Las secciones “El correito del Gordi”, “El rincón de los lectores” y “Las páginas de Resorte” llegaron a ocupar tanto espacio como las tiras cómicas y se hizo costumbre que los fanáticos de Lúpin concurrieran a la redacción de la revista buscando esos planos e instrucciones.
Era tan importante este personaje que la revista iba a llamarse “Resorte”, aunque finalmente terminó llamándose “Lúpin”. La revista era mensual y se publicó hasta abril del año 2007 llegando hasta el número 499. Después de la muerte de Sídoli ocurrida en 2006, hubo problemas problemas de propiedad intelectual con los herederos de Sídoli.
Guerrero, que a la sazón tenía 83 años, no se rinde y publicó una revista que llamó Pinlu, que era un personaje de Guerrero imaginado como un primo de Lúpin que venía de los Estados Unidos. |
Esta nueva revista incluyó una mega historieta que reunía a todos los personajes de Guerrero y que había sido planificada para el tan ansiado número 500 de Lúpin que nunca llegó a concretarse y un homenaje encubierto a su amigo Sídoli que hace referencia a los 500 vuelos (números) de la revista. Finalmente el numero 500 de Lúpin fue el número 1 de Pinlu. Llegó a editar 28 revistas, hasta el mes de septiembre del 2009. La revista tenía nuevos personajes y se llegaron a publicar -acuerdo mediante-, en sus últimos números algunas historietas del desaparecido Sídoli; pero Guillermo Guerrero falleció el 25 de junio de 2009 y con su partida, en poco tiempo desapareció la revista.
Último número de Pinlu
Sídoli y Guerrero crearon una extensa galería de personajes que siempre estuvieron entre los más queribles de la historieta argentina. Guerrero, con su nombre o el seudónimo Warrior, fue autor de Lúpin el piloto, Piedrito y Saurito, Al Feñique el Rey del Hampa en los años locos y Mosca Kid. Por su parte, Sídoli, que firmaba Dol o Tito Sol, publicó Bicho y Gordi, Resorte el ayudante del Profe, Tuerkito y Gasolina, Manija el camarógrafo, Saltapones el hombre práctico.
Último número de Lúpin
Anecdotario: En la pared del despacho de Sídoli y Guerrero había una foto de Fernando Caldeiro (1958-2009), primer astronauta argentino en la NASA. La foto dice, de puño y letra: “Gracias a la revista Lúpin, por la inspiración que me dio todos los meses que la pude leer”. El astronauta vivía en Estados Unidos y se hacía enviar la revista con un amigo, que luego diseñó trajes espaciales para la NASA. Este astronauta argentino aseguraba que todo había empezado con la “revistucha” (así la llamaban sus autores); Sídoli y Guerrero le enviaron una carta con un par de dibujos autografiados que el astronauta recibió muy emocionado..
Durante una entrevista con Sídoli y Guerrero realizada por una periodista para el Diario la Nación en 1999, suena el teléfono y Sídoli atiende, escucha y le dice a la periodista: “…escuche al señor…” y la voz del otro lado del teléfono dice: “Hace 24 años tuve la suerte de tener un hijo varón y le empecé a comprar la revista Lúpin. El hacía maquetitas y hoy va a inaugurar la maqueta de avión comercial más grande de América del Sur. Yo quería invitar a los señores Sídoli y Guerrero a la inauguración como forma de agradecerles.”
La revista Lúpin, generaba sus propios fanáticos que, amén de gustar de las historietas eran hacedores y curiosos. Muchos devinieron ingenieros, mecánicos, constructores, astrónomos, etc. Algunos transmitieron a sus hijos estas pasiones. Eran y son coleccionistas. Cuenta el Blog de Dao que los lectores de la revista son tan fanáticos como los seguidores de Dante Quinterno o Manuel García Ferré, pero de una categoría aparte. Agrega que: “…este este tipo de coleccionista, anda rastreando por cualquier tipo de producto. Puede haber un tipo vendiendo ‘La Chacra’, y siempre aparece uno interrogando al vendedor, con la clásica… ¿¿¿Tenés Lúpin???... que terminamos convirtiendo en chascarrillo con algunos amigos del bando patoruzesco”.
Un Blog de un profesor de filosofía Adriano LH tal vez contenga una de las mejores definiciones de este fenómeno en cuanto afirmó que Lúpin fue “…la revista que nos enseñó a ser buenas personas…” y agrega que todos sus personajes eran queribles y portadores de “… sencillas enseñanzas que fomentaban valores como la amistad, el compañerismo, la solidaridad, la salud y el cultivo del conocimiento, entre muchos otros más…”. Sídoli, el fanático de la astronomía, la electrónica, el campamentismo y tantas otras cosas; murió en 2006. Guerrero, el aviador y dibujante trabajó hasta el último momento.
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Nos cuenta el blog de “Los Duendes” que, en la última de las tiras mensuales en la que dibujaba a su hijo de papel, Lúpin llega al aeroclub con muchas ganas de volar pero no puede usar su avioncito porque el mecánico Tornillo se lo niega y le dice a su pesar: “…Lo siento Lúpin hoy no podrás volar, lo tengo en reparación…”. Al parecer, Lúpin quiso despegar igual. Guerrero falleció poco después de dibujarla, un 25 de Junio de 2009.
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