¿Te acordás de Billiken?
[SEPA] Billiken es la revista infantil más antigua de habla castellana en la actualidad, pues se sigue publicando desde hace 104 años, cuando un 17 de noviembre de 1919 salió su primer número a instancias del periodista, empresario y escritor argentino nacido en Uruguay Constancio Vigil (1876-1954), aunque a partir del año 2020 sólo publica contenidos en su sitio on line https://billiken.lat/ teniendo también su presencia Facebook e Instagram
Los padres del escritor, se habían radicado en Rocha, una localidad del oriente uruguayo, pero los avatares políticos de la provincia cisplatina escindida de Argentina, obligó a la familia a radicarse en Montevideo. Una vez en la capital uruguaya, el joven Constancio, con apenas 15 años funda la revista “La Alborada” y posteriormente llega a dirigir importantes medios de prensa de la Banda Oriental como los periódicos “La Prensa” y “El País”. Quiso el destino que en 1903, el diario en el que escribía Constancio Vigil fuera clausurado por el gobierno uruguayo, lo que decidió al escritor a radicarse en Argentina, país que adoptó hasta su muerte.
Unos años después fundó una de las editoriales más importantes de Argentina, la Editorial Atlántida, un 7 de marzo de 1918, empresa que dio luego nacimiento a la más notable revista deportiva del país “El Gráfico” que se publicó hasta 2018, llegando a tirar en su época de esplendor más de 800.000 ejemplares y al año siguiente el 17 de noviembre de 1919 “Billiken” que se siguió publicando en papel hasta su número 5.137 editado un 30 de enero de 2019, para ,luego adaptarse a los formatos digitales.
Primera y última ediciones gráficas de Billiken
La era digital en concomitancia con las crisis económicas recurrentes del país; como huracanes, arrasaron con la industria gráfica argentina. En orden a las revistas infantiles, la crisis del año 2001 terminó con la icónica revista “Anteojito” fundada por Manuel García Ferré y que fuera competencia de la centenaria Billiken que sobrevivió al caótico año 2001. Sin embargo, la aparición de Internet y los buscadores como Google y Wikipedia hicieron que diarios, periódicos y muchas otras revistas comenzaran a bajar estrepitosamente sus ventas, con la consecuente reducción de su tirada. Billiken también sufrió ese impacto pasando de ser de entrega semanal a mensual en junio de 2018, para finalmente editar su último número en papel en 2019 y adaptarse al formato digital en 2020.
El gran Lino Palacios también trabajó en Billiken
Una de las cosas que más llamó la atención de esta publicación centenaria cuando nació fue su extraño nombre, que llegó en convertirse en parte del lenguaje coloquial de niños y adultos; aunque para estos últimos, su uso en ciertos contextos era irónico y solía utilizarse para indicar que, si alguien no entendía algo, necesitaba una “versión Billiken” (o sea para niños) del tema que se tratara. Sea como fuere la marca fue distintiva del mundo infantil por varias décadas hasta la aparición de su gran competencia en 1964, la revista creada por el creador español radicado en Argentina Manuel García Ferré a la que nombró como “Anteojito” y que sobrevivió durante 37 años hasta la crisis económica del año 2001. Durante todas esas décadas y para felicidad de los niños, la competencia entre ambas publicaciones fue un clásico como los que ocurren en el fútbol argentino: “Boca y River”, “Racing e Independiente”, “Atlético Tucumán y San Martín de Tucumán”, “Rosario Central y Newells Old Boys”, “Belgrano y Talleres”, “Gimnasia y Estudiantes”, etc.
¿Qué significa Billiken? Según una antigua leyenda anónima hindú, un simpático dios hizo felices a dos príncipes apesadumbrados. Nadie conocía su nombre ni la imagen de este dios de la felicidad, pero estas primeras historias dieron motivo para que surjan en la cultura popular oriental, más historias en las que esta deidad llevaba la felicidad a otras naciones y culturas remotas. A comienzos del siglo XX, un fabricante de juguetes conoció la leyenda y se propuso fabricar pequeñas réplicas de este dios como un símbolo de buen augurio y como un simpático y accesible regalo para ocasiones festivas. Como nadie conocía ni su imagen ni su nombre fabricó un muñequito sonriente, petiso y barrigón muy parecido a Buda y logró instalar la costumbre de regalarlo no sólo entre niños sino también entre adultos. Eran los famosos muñequitos de la suerte Billy Kent -pues ese era el nombre del fabricante-, que no se saben si traían suerte, salvo para su fabricante. Pues su nombre pasó a ser sinónimo del producto y los compradores simplemente pedían “¿…me vendes un Billy Kent?”.
I
Instalada la costumbre en la argentina y los muñequitos “Billy Kent” como sinónimo de buena suerte, se cree que Constancio Vigil, que buscaba un nombre para su revista para niños, no se le ocurrió mejor idea que castellanizar el nombre de ese producto, uniendo las palabras de su marca y sacándole la “T” final; así habría nacido el nombre de la Revista Billiken.
¿Es Falsa la historia de su nombre?
El Diario La Nación publicó en la sección Opiniones, el 15 de enero de 2007 que esta historia del nombre de la revista es falsa. En concreto, expreso: “El nombre original del muñeco o estatuilla (que en las dos formas se hacía) era Billiken, que la única alteración que sufrió en la Argentina fue la manera de pronunciarlo. Su creadora fue una profesora de dibujo e ilustradora norteamericana llamada Florence Pretz, que patentó el diseño en 1908. Tampoco se llamaba Billy Kent el fabricante: lo produjeron varias firmas, entre ellas The Billiken Company of Chicago. Se dice que el nombre se lo pusieron por el presidente William Taft, “Billy”, que acababa de ser elegido, con el sufijo ken. Después aparecieron otros muñecos, imitaciones del original, con nombres parecidos, como Billicany Billikant.” Agrega el diario que: “Vigil no fue el único hispanoamericano que adoptó el nombre del muñeco para una revista: el mismo año en que apareció el Billiken infantil en Buenos Aires (en 1919), salió en Caracas un revista del mismo nombre, literaria, que se publicó hasta 1958.” |
La propia revista Billiken en su sitio web, recoge esta última versión en una nota que publicó basándose también en una investigación de la Dra. Lauren Rea profesora e investigadora de estudios latinoamericanos de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido.
Billiken Todas se imprimía con papel de alta calidad y se vendía a un precio de 20 centavos, sus editores afirmaban su intención de proveer contenido moral para ayudar a la formación de los futuros ciudadanos argentinos. Publicaba en cada edición cuentos de la literatura popular mundial que traducía y algunos de escritores rioplatenses como Horacio Quiroga. Adaptaba novelas sobre próceres argentinos a la gráfica mediante dibujos en viñetas y en esta revista debutaron Fola con los archiconocidos cómics de “Pelopincho y Cachirula” de Fola y “Pi Pío” de Manuel García Ferré, que luego emigraron a su competidora Anteojito, creada por éste último autor. |
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Carlos Vigil, hijo del fundador que quedó a cargo de la dirección de la revista cuando su padre asumió la dirección de la editorial Atlántida, fue quien tuvo la idea pionera de publicar en cada número, materia gráfico relativo al contenido de los programas escolares de la escuela primaria, lo que volvió a la revista un elemento indispensable para maestros y alumnos. La revista, al poco tiempo de iniciar sus publicaciones alcanzó un tiraje de casi 140.000 ejemplares, alcanzando los 415.000 en 1945 y el medio millón en 1958, siendo la primera publicación en español en llegar a esa cifra en un país totalmente alfabetizado que apenas llegaba a los 15 millones de habitantes. Cabe destacar que luego se vendió en toda Hispanoamérica y España. Fueron icónicos los libros editados por Billiken que llevaban “La Ilíada” y “La Odisea” de Homero, “Corazón” de Edmundo D’Amicis y otros grandes clásicos a los niños.
Esta revista infantil, asumió como ejes temáticos dos instituciones que, durante su época fundacional (principios del siglo XX), se consideraban claves para consolidar una nación que apenas unas décadas atrás salía con mucha violencia e incluso injusticia (hay que decirlo) de una larga y siempre latente guerra civil: estas instituciones eran la familia y la escuela. Algunos investigadores acusan a la publicación, no sin cierta miopía, de haber fomentado una imagen de cierto “ciudadano ideal” modelado desde el estado, con roles diferenciados para “cada género” y que respondían a un estereotipo de “aspecto ordenado, aseado y respetuoso”. Se ocuparon de analizar la publicación el historiador José Luis Romero, el escritor Ezequiel Adamovsky (autor de “Historia de la Clase Media”), la historiadora María Paula Bontempo (autora de “Los Niños de Billiken” -Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, núm. 12, 2012-) y la docente e investigadora Paula Guitelman, autora de “La infancia en dictadura. Modernidad y conservadurismo en el mundo de Billiken” (Editorial Prometeo), quien refiriéndose a la revista durante la última dictadura militar expresó que, “el discurso de Billiken fue funcional al disciplinamiento de la vida cotidiana”.
En todo caso y como todas las publicaciones de cualquier época, la revista fue una caja de resonancia de las ideas de su tiempo (o de los diferentes tiempos en los que le tocó vivir) con un sesgo que le imprimen sus diferentes editores, como sucede con cualquier publicación de cualquier lugar del mundo; pues no es de esperarse que alguien financie publicaciones que vayan en contra de sus propias ideas y formas de pensar. Sin desconocer la influencia que han ejercido los medios gráficos a lo largo de su historia; justo es reconocer que, con la revista Billiken se apuntaba a un público que accedía voluntariamente a ella y cuyas características, ideologías, o moral, eran anteriores a la existencia de la misma. No es lo mismo crear una necesidad (como ocurrió por ejemplo con el cigarrillo como producto comercial), que aprovechar un mercado ya existente. Antes de la aparición de las redes sociales, que provocan una real asimetría sin parangón en la historia entre el destinatario de las mismas y las empresas que dominan la red; no puede afirmarse, sin sobredimensionar su real capacidad de influencia, que una revista infantil influencie a la sociedad para moldear nada, pues la compraban adultos ya moldeados y formados para sus hijos.
Sin perjuicio de ello, si se analizan los contenidos históricos de la revista y de sus productos, han sido bastante heterogéneos y casi ninguno de ellos responde a una voluntaria intención ideológica; pues puede decirse que los muy populares clásicos de la literatura universal que publicó y vendió masivamente Billiken (Edgar Allan Poe, Arturo Capdevilla, el Inca Gracilaso de la Vega, Lucio V. Mansilla, Estanislao del Campo, José Hernández, Homero, el Poema del Mío Cid, Cervantes, Charles Dickens, Virgilio, Harriet Bechert Stowe (autora de La Cabaña del Tío Tom), Daniel Defoe, Robert Louis Stevenson, Lewis Carrol, Arthur Conan Doyle, Las mil y una noches, Shakespeare, Gogol, Julio Verne, etc., etc., etc…), muchos de los cuales fueron libros prohibidos por todas las dictaduras argentinas, transforman en absurdas las críticas ideológicas que formularon a la revista. |
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