La Incógnita de los Gigantes
[SEPA] La tradición de los textos sagrados judeocristianos nos cuenta que Adán fue creado por Dios a partir del barro y que luego hizo a su compañera, con una de sus costillas. Ambos residieron en el paraíso con el único mandato de no comer la fruta prohibida; la del árbol del conocimiento, del bien y del mal. Tentados por la serpiente fueron expulsados y condenados a trabajar para ganar el pan con el sudor de su frente, a parir con dolor y finalmente a morir. Pese a ello, Adán vivió novecientos treinta años.
Algunas tradiciones orientales árabes, narran que Dios hizo al primer hombre de talla gigantesca. Desbordaba la tierra y tocaba al cielo con sus manos, lo que preocupó a los ángeles del Señor, que le advirtieron que, de esta forma, habría dos seres supremos: uno en la tierra (el hombre) y otro en el cielo (su creador). Fue así que Dios, apoyó su mano en la cabeza de su criatura y lo redujo de tamaño. Según esta tradición, Adán habría sido, por un tiempo, el primer gigante de la historia. Sin embargo, aun cuando Dios accedió al pedido de sus ángeles, uno de ellos, convenció al ser humano para que desobedezca a la Divinidad. Lo demás es historia conocida.
El versículo 4 del capítulo VI del Génesis nos cuenta que: “Había gigantes en la tierra en aquellos días y también después que se unieron los hijos de Dios a las hijas de los hombres y les engendraron hijos: Éstos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron los varones de nombre”. El resultado de esta hibridación fueron los gigantes que poblaron el mundo y que terminaron siendo destruidos por Dios con una gran inundación, según nos narra la tradición en Génesis 6:5.
Podemos interpretar libremente estos pasajes y aventurar la hipótesis de que simultáneamente al hombre, o poco después, Dios ha seguido creando criaturas o tolerando por un tiempo ciertos accidentes que dieron nacimiento a diferentes razas humanas o humanoides. Así lo sugiere un texto parcialmente apócrifo, pues ha sido rechazado por algunas tradiciones cristianas y hebreas y receptadas por otras. Se trata del libro de Enoc que, coincidiendo con el Génesis, narra la ira divina en contra de ciertos ángeles llamados Vigilantes, que procrearon con las hijas de los hombres, de las que nacieron Gigantes que hollaron la Tierra causando un gran caos; por lo que Dios decidió castigarlos y ahogarlos con un Diluvio Universal. En el Libro de la Sabiduría (texto bíblico del Antiguo Testamento que no está incluido en el Tanaj Judío hebreo-Arameo, pero sí en la Biblia cristiana Septuaginta dentro de los Libros Deuterocanónicos); cuenta que al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa -el Arca-; y en ella estuvo la semilla de una nueva humanidad (Sabiduría 14:6).
En el artículo “El Tratado de los Gigantes”, se hace una variada enumeración de otros antecedentes que refieren la existencia de gigantes y que incluyen más precisiones bíblicas, historias de la mitología griega, algunas especulaciones sobre la tradición sumeria, lecturas más modernas de índole esotérico que reinterpretan las antiguas tradiciones e incluso datos presuntamente reales que provienen de descubrimientos arqueológicos recientes, algunos de los cuales habrían sido encubiertos por el Smithsonian Institute de los Estados Unidos, hipótesis que ha sido desarrollada en programas televisivos dedicados a investigar el misterio.
El dilema en el presente: La primera pregunta que surge frente a tanta avalancha de datos hipotéticos y pruebas esquivas que los científicos ortodoxos se molestan en cuestionar de manera enfática o bien ignoran estigmatizando con el ridículo a todos aquellos que sostienen la pretérita existencia de gigantes es: ¿Es biológicamente posible la existencia de razas dentro de alguna especie -actual o extinta- cuyo tamaño sea desproporcionadamente diferente a las conocidas?
Veamos qué nos muestra la biología actual con evidencias comprobables. Lo primero que debemos recordar es que la estatura de las poblaciones se modifica por múltiples variables que intervienen; entre las que se destacan la alimentación y la genética. Un informe publicado en el Diario El País (agosto de 2016) sugiere que la riqueza y el desarrollo de un país influyen en su estatura, salud y longevidad. En España, durante el último siglo, el promedio de la estatura de los hombres aumentó 14 cm, mientras que el de las mujeres 12 cm.
En el referido artículo Fernando Artalejo, de la Universidad Autónoma de Madrid, expresó que “…La genética influye mucho en la talla de las personas, pero la nutrición adecuada, la educación, las buenas condiciones de vida y la prosperidad económica son los que logran que los sujetos alcancen la máxima talla que permite su genética… Debido a que el crecimiento económico ha sido muy desigual, los habitantes de los países más ricos siguen siendo aproximadamente 20 centímetros más altos que los de los países más pobres”. El mismo informe establece que los hombres más altos del planeta son los holandeses (altura media 1,82 m) y los más bajos los de Timor Oriental (1,62 m). En mujeres, las letonas ocupan la primera posición mundial (1,70 m) y las guatemaltecas la última (1,49 m). Al parecer este estudio no incluye a la tribu africana Watusi (Tutsi), que habitan Sudan, Ruanda, Burundi y la República Centroafricana; que en promedio, los varones miden 1,96 m y las mujeres 1,76 m y sus condiciones no son precisamente prósperas. Tampoco incluyó a varias etnias muy bajas como las que se conocen genéricamente como Pigmeos y cuyos hombres tienen un promedio de estatura menor a 1,5 metros. Estas culturas de gente pequeña son variadas y habitan en regiones circundantes al ecuador africano, además están los bosquimanos que habitan el sudeste del África y los Hotentotes o khoikhoi que se localizan en el sudoeste africano. Podemos encontrar grupos similares en el sudeste asiático insular y en Australia. |
¿Qué dice Wikipedia?
Gigantes en la Cultura Griega
Gigantes en la Mitología Nórdica
Quinametzin
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En definitiva, existe un rango de tamaño en las etnias humanas que oscila entre 1,5 me promedio como altura mínima y 1,96 m como altura máxima. Tratándose de promedios, los casos extremos pueden ser menores y mayores respectivamente, pero los más altos, no pueden catalogarse de gigantes, pues no superan los tres metros de altura.
En este orden y, teniendo como referencia los casos registrados de mayor altura (localizados en el juego de baloncesto), encontramos los diez jugadores de baloncesto más altos de la historia que miden entre 2,32 m y 2,45 m. Sin embargo, si bien el grupo está integrado mayormente por personas sanas, algunos padecen una patología que consiste en la excesiva secreción de la hormona del crecimiento, condición que se denomina acromegalia (precisamente el más alto, Suleiman Ali Nashnush que mide 2,45m tuvo que ser intervenido quirúrgicamente para evitar que siga creciendo). Entre estos casos patológicos se ha registrado una persona que llegó a medir 2,72 m de altura llamada Robert Pershing Wadlow (1918-1940) considerado el hombre más alto de la historia por el Libro Guinnes de los Récords. Existen otras patologías que afectan al crecimiento, pero en sentido inverso a personas que no crecen y son las más pequeñas del mundo.
Los registros antropológicos: La ciencia moderna ha reconocido la existencia de homínidos con diversos tamaños, sería extenso hacer una relación de tales antecedentes, pero al efecto de la cuestión que se analiza, la existencia de tamaños desproporcionados; podemos referir el descubrimiento del Homo Floresiensis en la isla Flores de Indonesia. |
Estos individuos medían alrededor de 1 metro y por eso se los ha vinculado a los Hobbits, aquella raza diminuta de la saga del “Señor de los Anillos” escrita por J. R. R. Tolkien. Se ha estimado que esta especie de humanos ha vivido hace 50.000 años (cuando el homo sapiens comenzó a expandirse por el planeta).
Reconstrucción del rostro del Homo Floresiensis
Estos fósiles empezaron a ser encontrados en 2003 y 2004 en yacimientos de la cueva Liang Bua, junto a herramientas de piedra igualmente pequeñas, por lo que puede deducirse que desarrollaron una cultura, incipiente al menos. Con este dato se puede afirmar que los huesos encontrados eran de seres humanos y no de primates. Lo curioso es que en esta isla también se encontraron restos de animales arcaicos que habían evolucionado a formas gigantes y enanas por especiación alopática (que es la causada por una barrera geográfica infranqueable). Así, en el hábitat del Homo Floresiensis se encontraron fósiles de elefantes enanos (una especie enana de stegodón) y lagartos similares al Dragón de Komodo pero gigantes.
En el otro extremo del rango de alturas, en el año 2010, un equipo de arqueólogos encontró en la cueva de Denisova, dentro del macizo de Altái en Siberia, Rusia; un molar y el hueso de un dedo. Luego del análisis de ADN realizado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, se llegó a la conclusión que el diente perteneció a una especie homínida que desapareció hace unos 40.000 años y a la que se denominó Denisovanos.
Reconstrucción ortodoxa comparativa del Neanderthal, el Denisovano y el Homo sapiens.
Estudios posteriores, tanto en el hueso como en el diente, demostraron que esta especie dejó su huella en los humanos modernos, aportando alrededor del cinco por ciento del genoma de los melanesios actuales, que viven en Papúa Nueva Guinea y otras partes del Pacífico.
Reconstrucción del rostro de un denisovano.
Si bien no se tiene un esqueleto completo del Denisovano, inicialmente se había dicho que pertenecía a una etnia mucho más grande que todas las conocidas, incluso las actuales; basándose en el tamaño de un cráneo y un molar; ambos notoriamente más grandes que los cráneos y molares del humano moderno y que el de su antecesor el hombre de Neanderthal cuya cabeza también fue más grande que la del Homo Sapiens.
La pregunta que cabe hacerse es ¿Eran los Denisovanos hombres gigantes? El conocido paleontólogo Dr. Luis Borrero expresó que, el tamaño del molar no representa una prueba sobre la altura ni la complexión del individuo al que le perteneció: “En general los molares no son buenos predictores del tamaño del individuo. Si es grande implica un tamaño grande de la mandíbula en que debe acomodarse. No es una pieza que se selecciona para hacer alometría, pues carece de la sensibilidad requerida. El caso Denisovano incluye una muela de juicio, que es todavía más variable en tamaño”, ahora bien… ¿Qué puede decirse del tamaño de la cabeza? El antecedente del hombre de Neanderthal nos indica que su complexión robusta y mayor cabeza no necesariamente implicaba una altura extraordinariamente más alta para los estándares modernos, pues se estima que llegó a medir 1,7 metros como promedio; estatura seguramente mayor que la del homo sapiens que convivió con aquel. ¿Es trasladable este razonamiento al Denisovano?
Algunas estimaciones indican que el Denisovano podría haber sido un espécimen un poco más alto, pero aun así su aspecto se muestra desproporcionadamente bajo y robusto. La extraña reconstrucción de su cráneo a partir de un fragmento de mandíbula hace de este homínido un espécimen con una cabeza grande, robusto y bajo; aunque si respetáramos las proporciones del hombre de vitrubio, una enorme muela de juicio en un maxilar muy grande, sería parte de una cabeza (aun siendo la más voluminosa entre las de los homínidos de todas las épocas), todavía mucho más grande que la que proponen los estudiosos y por ende parte de un homínido cuya altura sería cercana a los tres metros.
¿Y los gigantes?... A menos que se reinterpreten en el sentido antes indicado, los fósiles del Denisovano todavía no se habrían encontrado; por supuesto, si descreemos también de los múltiples registros periodísticos que desde el siglo XIX en diferentes partes del mundo consignan hallazgos de restos gigantes. Sin embargo, es justo reconocer que nuestros primos hermanos simios tuvieron predecesores que llegaban a los tres metros de altura y pesaban 300 kilos. Tal el caso del Gigantopithecus Blacky, encontrados a lo largo del sur de la China. Si pensamos que la especie más grande actual de Gorilas mide 1,7 o 1,8 metros, la desproporción es muy grande con su antecesor y mayor cuando se lo compara con un orangután o un chimpancé. ¿Habrá existido un gigante humano de al menos 3 metros?
La inasible naturaleza: La observación paleontológica de la naturaleza demuestra que el azar, o las fuerzas de la selección natural, artificial o lo que se entienda como el motor de la vida; hacen posible la existencia de individuos de una misma especie que, en la cadena evolutiva han sido de diferentes tamaños. Tomando como ejemplo al caballo, un animal domesticado y muy familiar al humano, podemos advertir que su porte ha ido variando desde el tamaño de un pequeño perro moderno al caballo actual, una de cuyas razas más grande es el Shire, una raza inglesa creada en el siglo XIX y cuya altura supera los 2 metros, a la que debemos agregar el Percherón francés, el Borrador Belga y otras más.
Shire inglés
Otro ejemplo, un poco más lejano o menos preciso, es el de los Gliptodontes, una suerte de gigantesco pariente lejano de los armadillos. El Gliptodonte medía 1,3 metros de altura, unos 3,3 metros de longitud y pesaba dos toneladas. Estos animales eran notoriamente más grandes que sus parientes lejanos, que en su versión más grande actual (armadillo gigante o tatú carreta), llega a pesar 60 kilos midiendo 1,6 metros de longitud desde el hocico hasta la cola.
Gliptodonte. Pesaba 2 toneladas
Pero el ejemplo más paradigmático de animales titánicos ha ocurrido en el jurásico cuando una fauna de lagartos terribles habitaba la tierra exhibiendo especímenes gigantescos que convivían con otros muchos más pequeños. En definitiva, huelgan ejemplos donde la naturaleza ha jugado con los tamaños de los animales escondiendo las razones por las cuales antes proliferaba el gigantismo y hoy no.
También genera interrogantes el tamaño descomunal de los insectos de hace 300 millones de años. En el Carbonífero y en el pérmico había moscas enormes, escorpiones descomunales y arañas del tamaño de una planta. Había insectos gigantescos que no volaban, y una criatura de metro y medio semejante a un miriópodo, la Arthropleura, que se parecía a un neumático abierto y aplastado. Quizá la más asombrosa fuera la libélula gigante, la Meganeuropsis Permiana y sus parientes, cuyas alas tenían una envergadura de 75 centímetros. Algunos científicos especulan que la causa del gigantismo en las especies vivas anteriores fue una mayor concentración de oxígeno atmosférico.
¿Ocultación? La naturaleza parece hacer posible la existencia de individuos en cada especie de todos los tamaños. Pero… ¿Por qué no se han encontrado fósiles de hombres gigantes, como sí se han encontrado en individuos de otras especies? O acaso sí se han encontrado y por alguna razón que escapa al entendimiento se han ocultado estos hallazgos. Pero ello es materia de la tercera parte de esta nota, en la que vamos a tratar las “Noticias sobre gigantes” y sus registros fotográficos. |
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