[Artemio Gris] Las entrañas de la Tierra han inspirado, en diferentes civilizaciones humanas leyendas, mitologías y relatos que nos cuentan sobre la existencia de inframundos, verdaderos reinos subterráneos habitados por todo tipo de seres. En el mundo clásico, Homero primero y Virgilio después, describen al Hades como la morada de los muertos, a los Campos Elíseos destinados a los elegidos de los dioses y finalmente al Tártaro, el más profundo de los mundos reservado para recluir a los Titanes.
En la Comedia del Dante, el inframundo es un infierno con nueve círculos. A diferencia de la mitología clásica, que no sugiere castigo alguno, en el mundo subterráneo de la Divina Comedia rige la temible “Ley del Contrapaso” que condena a los pecadores a recibir un castigo adecuado a sus actos en la Tierra. La obra del Dante constituye una bisagra entre la Edad Media y el Renacimiento, que preanuncia un cambio de época y a la vez sintetiza el pensamiento medieval eclesiástico.
Inocencio III se refiere esta ley, explicando el castigo de fuego que recibieron Sodoma y Gomorra con estas palabras: “Por eso el Señor derramó una lluvia, no una lluvia de agua o de rocío sino de azufre y de fuego, azufre sobre el hedor de la lujuria, fuego sobre el ardor de la libido, así la pena fuese el contrapaso de la culpa.” (De contemptu mundi-sive De miseria humane conditionis).
Sin embargo no todo el pensamiento de la mal llamada edad oscura cayó bajo la influencia cristiana y en la cultura popular europea han subsistido otras versiones del inframundo de naturaleza precristiana, que narran la existencia de mundos subterráneos pletóricos de razas extinguidas en la superficie de la Tierra. En las vertientes más populares y paganas del medioevo, tradiciones anónimas han imaginado inmensas cavidades subterráneas, habitadas tanto por gigantes como por pequeños seres que -de tanto en tanto-, hechizan y secuestran niños y doncellas.
En estos relatos folclóricos europeos muchas de estas entidades tienen forma humanoide. Estas leyendas fueron trasmitidas por los españoles a los Virreinatos de América luego de la conquista y posterior colonización. Habiendo sido la Hispania Romana la provincia imperial en la que mejor se asimilaron las tradiciones culturales de la antigua Roma (no olvidemos que aportó grandes emperadores como Trajano y Adriano); también fue la que mejor enriqueció la cultura clásica en su versión popular, recreando una versión sincrética de faunos y ninfas de los bosques con tradiciones mixturadas celtas y árabes.
Quetzalcóatl
En esta “terra incógnita” al otro lado del Atlántico, por un lado aparecerán nuevas fantasías híbridas en las selvas y desiertos sudamericanos, por ejemplo los hombres lobo que los españoles llamaron lobizome y los argentinos lobizón y por el otro, los españoles descubrirán que antes de su llegada los mexicas hablaban de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada; tan parecida a la cuélebre asturiana una serpiente alada que custodiaba tesoros.
En materia de cuevas y oquedades; una de las más populares que mixtura tradiciones españolas y americanas es la historia de las salamancas, que constituyen una suerte de socavón en la tierra, una cueva o una depresión invisible a los ojos humanos que pasan cerca de ella y en la que viven entidades menores; pequeños seres que en algunas ocasiones salen de ese reino mágico y recorren los bosques para encontrarse con personas. En otras oportunidades son las personas quienes, sin quererlo, descubren el socavón que -por alguna razón- se hace visible de vez en cuando. Tal como lo narra el conocido cuento anónimo popular argentino “Y lunes y martes y miércoles tres…” que publicamos en la columna de Literatura Popular, recopilado en el norte argentino en la Provincia de Catamarca.
Aquelarre de Goya
¿Dónde se originan estos relatos?El referido relato tiene un sesgo moral en donde las actitudes de los personajes están decididamente orientadas o hacia el bien o hacia el mal y cada uno recibe lo que merece. Existen otras expresiones americanas que datan del siglo XIX en las cuales el ingreso a la “salamanca” supone una suerte de tríptico iniciático en el cual se deben pasar tres pruebas: la primera enfrentar a una suerte de monstruo con forma de chivo, la segunda luchar contra una serpiente que tratará de asfixiar al adepto y la tercera vencer al basilisco criollo que mata con la mirada (idea usada un siglo después por J. K. Rowling en el segundo libro su saga mágica “Harry Potter y la Cámara Secreta”). Tres advocaciones demoníacas y la conocida estructura argumental de “La Prueba del Héroe”, una suerte de desafío que debe superarse para lavar una culpa propia o ajena, similar a la historia de “Hércules”, por cierto, un Titán muy vinculado con la Hispania Romana.
¿Por qué se usa en España y en la América española el término Salamanca? Salamanca es una antigua ciudad española cuya fundación data del siglo IV del Imperio Romano. Durante el medioevo, más precisamente en el año 1218 Alfonso IX de León fundó la Universidad de Salamanca, la más antigua de la hispanidad y una de las primeras de Europa (por esa época se habían fundado en el año 1088 la Universidad de Bologna en Italia; en el año 1096 la Universidad de Oxford en Inglaterra; en el año 1150 la Universidad de la Sorbona en Francia; en 1209 la Universidad de Cambridge en Inglaterra y en el año 1220 la Universidad de Montpellier en Francia).
Siendo la docta Salamanca lugar de saberes; no pasó mucho tiempo para que las tradiciones populares confundieran el conocimiento con la magia. No en vano, en pleno siglo XX, Arthur Clarke declaró en coincidencia con las creencias populares que “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”. Llevado este pensamiento al pasado medieval de la ciudad de Salamanca, una tradición local nos cuenta que el diablo impartía clases en una cueva, en la que después se edificó la Iglesia de San Cebrián o SanCipriano (siglo III), quedando hoy únicamente su cripta ubicada precisamente sobre la antigua cueva del diablo. Este Santo es venerado por deshacer hechicerías y magia negra y se le atribuye la autoría de un Grimorio “El Libro de San Cipriano”.
Estado actual de la cueva del diablo, en donde está la Cripta de San Cipriano
Con posterioridad una obra de Raoul Lefevre, “Recueil des Histoires de Troyes”, publicada en 1464 atribuye fantásticamente a Hércules la fundación de una academia donde se impartían enseñanzas mágicas en una cueva de Salamanca. Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), se burla de esta tradición en su entremés “La Cueva de Salamanca”.
Asmodeo
Otro profesor de la cueva, habría un demonio menor llamado Asmodeo cuyo origen podemos encontrarlo en viejas tradiciones pre abrahámicas y que fue mencionado en el talmud y receptado luego en el cristianismo primitivo. Ambas tradiciones lo incorporaron en varias de sus leyendas populares. Asmodeo habría hecho un pacto con Salomón o habría sido uno de los setenta y dos demonios cautivos por aquel rey, que lo ayudaron a gobernar con sabiduría y que fueron obligados a construir el Templo de Salomón.
Sin embargo, muchos años después de liberarse de Salomón, Asmodeo se refugió en España y para ganarse la vida, se propuso enseñar artes tenebrosas y adivinación. Se instaló en la Cueva de Salamanca, pero sólo consiguió siete alumnos, pues se necesitaban siete años en transmitir tal conocimiento. El precio a pagar por estas apreciadas clases fue que, una vez terminada la promoción, un sorteo decidiría quién debía quedarse con el demonio. El beneficiado por el sorteo fue el joven Marqués de Villena, pero éste engañó nuevamente al pobre diablo y consiguió huir con vida, aunque a costa de perder su sombra.
Otros destacados profesores de la cueva habrían sido una cabeza parlante que muchos relacionan con el Baphomet de los Templarios. Sede académica de demonios y demonesas, es que la Reina Isabel la Católica ordenó tapiar la cueva y la iglesia que albergaba la cueva, se destruyó a fines del siglo XVI, quedando sólo el muro que bloqueaba su entrada. El lugar fue luego un trastero (lugar para guardar trastos) del palacio de mayorazgo (una suerte de oficina en la que se tramitaba algunos derechos de las familias) y con posterioridad de una panadería y carbonería. En la década del 90 del siglo XX, se comenzó a excavar y restaurar la zona, en la que quedó expuesta la planta de la antigua iglesia de San Cipriano, muy cerca de la Torre del Marqués de Villena y la cueva de Salamanca, demolido el muro que la cubría. Pero ya no atrae a los demonios intelectuales.
Sin embargo, al parecer, tan doctos profesores se trasladaron a la América hispana, donde fundaron varias Salamancas en las que algunos demonios ejercen su docencia nigromántica, cobrando regularmente su cuota de almas a cambio de tan buscado conocimiento. Tan es así que, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX se registran numerosas desapariciones de gentes que los lugareños atribuyen a raptos consumados por pequeños seres de las montañas que aparecen por las cavernas de antiguos volcanes apagados. En Catamarca y en la vecina Tucumán, provincias del norte argentino; los campesinos evitan merodear durante las noches de luna negra por temor de las salamancas, descriptas como oscuras conferencias de brujas y demonios que emergen desde la profundidad de la tierra y duran hasta un segundo antes de la salida del sol para desaparecer dejando un rastro quemado de forma circular y un fétido olor que dura varios días.
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