El Túnel
(De los "Cuentos de Italia")
Por Máximo Gorki
[Máximo Gorki] Un lago sereno y azul, en el marco profundo de las montañas, coronadas de nieves perpetuas; el encaje obscuro de los jardines desciende hacia el lago, formando fastuosos pliegues; desde la orilla miran al agua unas casas blancas, como de azúcar y todo en derredor se asemeja al apacible sueño de un niño.
Es la mañana. De las montañas fluye acariciante el aroma de las flores. Acaba de salir el sol; en las hojas de los árboles y en los tallos de las plantas brillan aún las gotas de rocío. La cinta gris de una carretera se interna en un silencioso desfiladero; la carretera está empedrada, pero parece blanca y suave como de terciopelo y se sienten deseos de acariciarla pasándole la mano.
Junto a un montón de grava está sentado un obrero, negro como un escarabajo, con una medalla sobre el pecho; su cara tiene una expresión audaz y cariñosa.
Apoyadas las broncíneas manos en las rodillas, erguida la cabeza, mira al caminante que se ha parado al pie de un castaño y le dice:
Esto, signore, es la medalla del trabajo en el túnel del Simplón.
Y, posados los ojos en el pecho, sonríe cariñoso al bello trozo de metal.
-Sí, todo trabajo es duro hasta que no se le toma cariño; luego, enardece y se torna más fácil. Pero de todos modos, ¡Ése fue penoso!
Menea suavemente la cabeza sonriendo al sol y de improviso se anima y alza la mano, mientras sus negros ojos empiezan a relucir.
-A veces, hasta daba miedo. Pues también la tierra debía sentir algo, ¿No es verdad? Cuando penetramos en sus honduras, después de haber abierto esa herida en la montaña, la tierra nos recibió allí severa. Nos echaba su cálido aliento, que hacía sentir opresión en el pecho, pesadez en la cabeza y dolor en los huesos. ¡Muchos sufrieron aquello! Luego, arrojaba piedras sobre los hombres, vertía sobre nosotros agua caliente. ¡Era espantoso! A veces, a la luz, el agua se volvía roja y mi padre decía: “Hemos herido a la tierra, y ella nos abrasará, nos ahogará a todos en su sangre, ¡ya lo verás!” Claro que aquello eran fantasías, pero cuando se oyen tales palabras en lo profundo de la tierra, entre asfixiantes sombras, el plañidero chapoteo del agua y el rechinar del hierro contra la piedra, se olvida uno de las fantasías. Allí todo era fantástico, querido signore; los hombres, tan pequeños, mientras que la mole cuyas entrañas horadábamos llegaba hasta el cielo... ¡Había que verlo para comprenderlo! Había que ver aquella negra bocaza abierta por nosotros, a aquellos hombres pequeñitos que entrábamos por ella de mañana al salir el sol y el mismo sol seguía tristemente con la mirada a los desvalidos seres que se perdían en las entrañas de la tierra. Había que ver las máquinas, la faz sombría de la montaña; oír el sordo rumor en lo hondo de ella y el eco de las explosiones, semejante a las carcajadas de un loco. (Para continuar leyendo… Click aquí)
¿Quién es Máximo Gorki?
[SEPA] Nacido como Alexéi Maximóvich Peshkov; en 1868 y fallecido en 1936, Máximo Gorki fue un Novelista y dramaturgo ruso, maestro del realismo socialista y una de las personalidades más relevantes de la cultura y de la literatura de su país. Huérfano de padre a los 4 años, vivió en un ambiente pequeño-burgués venido a menos y en ocasiones al límite de la pobreza, lo que lo marcó al punto de recrearlo en su obra Mi infancia (1913-1914), primera parte de su trilogía autobiográfica.
Está considerado como modelo de escritor autodidacta. A los once años se marchó de la casa de su abuelo y emprendió una vida llena de aprendizajes incompletos, largas navegaciones por el río Volga y numerosos viajes al sur de Rusia y Ucrania, que serían el tema del también autobiográfico libro Mis universidades (1923). El éxito literario le llegó tras la publicación del relato breve Makar Chudra en 1892, donde combina una descripción brillante de la naturaleza con un rico flujo narrativo interno para abordar el tema de la dignidad humana y la libertad en forma folclórica y romántica.
Lo mismo puede decirse de La vieja Izergil (1895), que narra la historia de Danko, quien hace pedazos su corazón para iluminar el camino de la salvación a su tribu. |