¿Qué nos cuenta el Eternauta?
[SEPA] Los niños de la década del ’50 del siglo pasado, esperaban cada semana la salida del conocido suplemento de la revista “Hora Cero” llamado “Hora Cero Semanal”, que traía muchas historietas que hacían el deleite no sólo de los jóvenes lectores sino también de los no tan jóvenes; pues atraía por igual tanto a padres como a sus hijos.
Entre las varias historietas publicadas en este suplemento, vio la luz por primera vez “El Eternauta”, creación del editor y guionista Héctor Germán Oesterheld y tal vez la más destacada y extraña ficción argentina de la historieta nacional; una verdadera obra de arte a la que se le atribuyen contenidos premonitorios y un complejo simbolismo social e histórico que facilitó a la postre, que este icónico personaje fuera también objeto de apropiación por diversos actores sociales.
¿Qué tenían de original la revista “Hora Cero” y su suplemento?, que en el rubro de aventuras que cultivaron, sus argumentos reflejaban la idiosincrasia de los lectores argentinos, sus giros, modismos, tics y un humor típicamente argentino; aun cuando algunos personajes propuestos fueran extranjeros, como el recordado corresponsal de guerra Ernie Pike (creación de Oestrerheld).
La Editorial Frontera fue fundada por los hermanos Héctor y Jorge Oesterheld en 1956 y duró hasta 1961; la editorial publicaría, además de Hora Cero y sus suplementos (Semanal y Extra) una revista homónima (Frontera) con un suplemento (Extra). La mayoría de las historietas eran guiones de Héctor Germán Oesterheld y la revista se caracterizaba por la participación de notables dibujantes entre quienes estaban Hugo Pratt (que entonces vivía en Argentina y también colaboró con algunos guiones), Francisco Solano López, Arturo Pérez del Castillo, Carlos Roume, Ivo Pavone, Daniel Haupt, Jorge Moliterni, Alberto Flores y Alberto Breccia. Algunos de estos dibujantes se fueron del país o recibieron tentadoras ofertas, pero el plantel se renovó con otros excelentes dibujantes como Héctor Olivera, Estéves y Carlos Vogt.
La irrupción de la Editorial Frontera en el mercado nacional fue toda una novedad de estilo que agregaba a la ya rica oferta local (con las editoriales de Dante Quinterno con Patoruzú y la exitosa Editorial Columba, con sus numerosas revistas como El Tony, D’Artagnan, Intervalo, etc.; entre muchas otras editoriales); un tratamiento fresco y a la vez novedoso de historias profundas que estaban destinadas a dejar una huella imborrable en la memoria colectiva de los lectores argentinos, a pesar de su corta vida. |
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El Eternauta, la nave insignia de la editorial: El 4 de septiembre de 1956 la editorial frontera presentó por primera vez “El Eternauta”, anunciada como “Una cita con el futuro”; historieta presentada en episodios de treinta cuadritos por vez que narraban una historia íntegra y dejaba todo el suspenso para esperar con ansiedad su continuación la semana siguiente. La historia fue creada por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López. Dos años fueron necesarios para llegar al final de lo que hoy se conoce como la primera parte de la historieta (la segunda se conocerá recién 20 años después, en 1976). En 1969, Oesterheld decide hacer una remake de la primera parte para la Revista Gente, pero al no estar Francisco Solano López en Argentina, la dibuja Alberto Breccia también con gran maestría, pero con un nivel de abstracción que no fue entendida por el público y la editorial de la revista le exigió al autor que la termine y así fue concluida de manera abrupta. La segunda parte es elaborada durante una época oscura de la historia nacional y ve la luz cuando Oesterheld desde la clandestinidad, enviaba los guiones a la editorial en 1976 para ser dibujados nuevamente por Francisco Solano López; Oesterheld luego es secuestrado, torturado y muerto junto a sus cuatro hijas por la dictadura militar. La historia personal del autor y sus posibles inspiraciones han sido abordadas por otro artículo de El Peso; el propósito de éste es ahondar en los signos y símbolos de la historia y preguntarnos ¿Qué nos cuenta el Eternauta? |
La historia lineal: Lo primero que sedujo de la historia de Oesterheld, es que sus personajes, con su forma de hablar y comportarse, son absolutamente representativos de la vida cotidiana de la Argentina de aquellos tiempos. Personas comunes con su afectuosa vida familiar típica y sus pequeñas pasiones. Entre ellas la amistad. En pocos lados del mundo se cultiva la amistad tan generosamente como en Argentina y la historieta lo refleja contando cómo el protagonista, Juan Salvo, se materializa frente al autor y comienza a narrar su aventura cuando cuatro amigos jugaban al truco en el altillo de la casa de uno de ellos, refugio de hobbies y una suerte de réplica de la casita de los árboles que los niños solían tener para hacer travesuras. El dueño de casa, Juan Salvo, quien vive con su esposa Helena y su hija Martita, tiene una pequeña fábrica de transformadores y su altillo-taller es el lugar de reunión con sus amigos. Un lugar compartido en el que Salvo construía aviones a control remoto; Favalli, el profesor de física que compartía su pasión por la electrónica junto con el otro amigo, el empleado de banco Lucas Herbert y el jubilado Polski un luthier aficionado, se dedicaba a construir violines. Todos tenían su espacio en esa pequeña buhardilla.
¿Qué describe Oesterheld con este cuadro? El paraíso que está destinado a perder, una vida familiar estable, una tranquila vida de barrio que reflejaba un país relativamente próspero cuyas clases media y trabajadora eran muy “familieras” cultas y con aspiraciones, producto de la movilidad social que el país y la época facilitaban. Uno puede imaginar a esos amigos cuando eran niños, como hijos de profesionales, empleados y trabajadores que compartían una escuela pública y cuyos padres llevaban a sus casas diarios y revistas populares que, amén de tener historietas, los incentivaban a realizar toda clase de hobbies que luego prefigurarían su futuro. El primer símbolo de la obra de Oesterheld, es entonces la descripción de una edad dorada a punto de finalizar.
Los enemigos invisibles: La historia continúa con una invasión imprevista que principia con una lluvia que cae bajo la forma de mortales copos blancos. Identificada la naturaleza de esta nevada, los protagonistas comienzan a prepararse para huir hacia una anhelada salvación. Inician su propio camino del calvario en el que deberán enfrentarse con monstruos inasibles, enemigos invisibles que se van superponiendo en diferentes jerarquías como las capas de una cebolla y que no permiten que se llegue a conocer quién está detrás de todos ellos.
El autor escribió estas ideas a mediados de la década del ’50 del siglo XX, cuando había caído el gobierno de Juan Domingo Perón. Oesterheld no era afín al peronismo en ese momento; pero sí se impresionó por los bombardeos a la población civil que la marina de guerra hizo en Plaza de Mayo matando cientos de mujeres, niños y hombres inocentes que paseaban por la misma para derrocar al General Perón. Las bombas caían del cielo de manera criminal sobre la población de Buenos Aires, como los copos blancos de los invasores invisibles en la historia de Oesterheld. Tal vez este episodio, ocurrido un poco antes de la revolución de 1955, comenzó a abrir una brecha en el espíritu de Oesterheld, que en los años siguientes irá cambiando sus posiciones políticas, hasta finalmente adscribir al sector más radicalizado del movimiento peronista: Montoneros, que luego pasó a la clandestinidad.
La premonición de la historia de Oesterheld: Que enemigos invisibles eliminen a los familiares, la gente del barrio, a los amigos, a los vecinos es visto por algunos lectores analíticos de su obra como una premonición de lo que sucedería en la sociedad argentina durante la década del ’70 del siglo pasado; cuando grupos paramilitares encapuchados y anónimos secuestraban gente que nunca volvía a sus casas para finalmente torturarlos, matarlos y enterrarlos en fosas clandestinas o tirarlos dormidos desde los “aviones de la muerte” en el Río de la Plata o en mar adentro. Ése, además, fue el triste destino del escritor junto a sus cuatro hijas, una de las cuales tuvo a su bebé en cautiverio.
Las capas de la cebolla: La premonición de la historia es literariamente tan parecida a la realidad que, por encima de los grupos de tareas que hacían el trabajo sucio de secuestrar y torturar, estaban las jerarquías militares y por encima de éstas grandes intereses privados locales a quienes aquellas jerarquías servían y por encima de éstos intereses locales, estaban los intereses de corporaciones transnacionales financieras que diseñaron una trama que atraparía hasta el presente con una red intrincada de corrupción; la economía y la vida de los argentinos por medio del perpetuo endeudamiento.
El uróboro como símbolo del destino: Dijimos que la historieta comienza cuando Juan Salvo se materializa en la casa de Oesterheld mientras éste trabajaba una noche en su escritorio y ante el asombro del autor este extraño viajero del tiempo comienza a contar su historia, cuando jugando al truco con sus amigos, había comenzado la invasión, pero tiempo después de ese presente.
La historia relata cómo ese grupo inicial de amigos con la familia de Salvo y otros más que se les unen, intentan sobrevivir al ataque y así recorren la ciudad de Buenos Aires en busca de un lugar seguro y cuando creen encontrarlo, casi todos caen -menos Juan-, en la trampa del invasor; que les reserva la peor de sus armas: un artificio mecánico que puesto en la nuca convierte a los seres humanos en robots esclavos de los extraterrestres. El protagonista logra huir y esconderse en una nave que acciona por accidente y lo lleva por diferentes épocas, hasta que llega al presente del autor en 1959 mientras éste escribía en su escritorio, tan sólo cuatro años antes de la invasión que ocurriría en 1963.
Juan Salvo había buscado a su familia por años hasta que por fin llegó a 1959 y cuando se percata de ello y se da cuenta que ha recuperado a su familia, sale de la casa del autor y se dirige a la suya que quedaba muy cerca. Oesterheld lo sigue y puede ver que cuando se abraza con su familia. El guionista intenta hablar nuevamente con Juan, pero éste ha perdido la memoria. Oesterheld sabe lo que va a pasar y aterrado descubre a los tres amigos de Juan dirigiéndose a la esperada reunión en el altillo. Entiende que la historia volverá a repetirse y nada podrá hacer.
En la vida real, el guionista fue testigo y víctima de una invasión que destruyó su vida familiar y la de miles de personas. La Helena de Juan en realidad es la Elsa de Héctor Germán Oesterheld; pero ella no pudo viajar por el tiempo a recuperar a su esposo ni a sus cuatro jóvenes hijas mujeres que los invasores raptaron. Desde aquella edad dorada de vida familiar intensa de hobbies y alegres amistades y valores; los invasores destruyeron sistemáticamente la familia y los valores. No hizo falta una nevada mortal para que los barrios tranquilos, la familia y el trabajo hoy sean una rareza; los “ellos” al servicio de sus invisibles amos, drogan a los niños y hoy quieren transformar en derecho su intoxicación, como lo hicieron con su asesinato en el vientre. No hicieron falta los artefactos que se colocaban en la nuca para esclavizar a la gente; bastó con celulares y redes sociales idiotizantes. Bajo distintas máscaras los invisibles controladores, controlan todo desde 1976. ¡Quién pudiera viajar al pasado para advertirnos lo que sucede! O será que estamos condenados al eterno retorno del uróboro. |
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