En el prólogo de su obra “La argentinidad” (1922) expone su pensamiento político: “Del extranjero dependemos por abyecto vasallaje de nuestras clases intelectuales y por dolorosa servidumbre de nuestras clases obreras. Somos todavía ‘colonia’ y tenemos, no una metrópoli, deshecha en 1816, sino varias: la del capital, la de la industria, la de la población y la de las ideas, formadas después de nuestra independencia nominal”.

Luego, en su interesante libro “Eurindia” expresa que “El capitalismo internacional, con todos los resortes de su banca, gobierna las finanzas, la industria y el comercio desde sus grandes centros. El pensamiento europeo, con el prestigio de sus más ilustres nombres, señorea en las aulas, en las librerías, en la prensa, mientras el idioma nacional se corrompe en el conventillo, en el salón y en el teatro, mostrándose como un nuevo signo de bastardía”.

Sin embargo, existe en su pensamiento una tensión permanente entre su sentimiento nacional al que enriqueció con obras notables que consolidaron la identidad argentina de tierra adentro con su percepción sobre Domingo Faustino Sarmiento a quien le dedicó un libro titulado “El Profeta de la Pampa”, dejándose seducir por su portentosa personalidad, aunque criticando el trasfondo de sus ideas extranjerizantes.

En sus últimos años publicó en 1945 un análisis sobre el Partido Radical proponiendo cómo debería evolucionar este partido en el futuro. Después surge el peronismo (motorizado principalmente por los ex radicales de FORJA, -Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina-) enarbolando las banderas que tan apasionadamente había defendido hasta con la prisión; pero no concilia con el peronismo renunciando a sus cátedras en la Universidad. Sus últimos años fueron críticos del peronismo, lo que le abrió las puertas de los grandes diarios nacionales.

Su obra literaria, supera sus contradicciones y su esfuerzo por encontrar un discurso nacional se ve coronado con el éxito en numerosas obras suyas; entre las que destacamos “El país de la selva”, síntesis de la hispanidad heredada, las tradiciones originarias fusionadas durante el virreinato y la joven argentina naciente de su época. El delicado y melancólico poema que hoy proponemos para su lectura, refleja sentimientos ingenuos pero profundos, similares a los que en la España peninsular cantaban trovadores y juglares; mixturando el castellano con la incorporación de regionalismos propios con que las etnias originarias argentinas enriquecieron al idioma de Cervantes.