Poema Medieval Anónimo
de Arte Menor
Quiero dormir y no puedo,
que el amor me quita el sueño.
Manda pregonar el rey
por Granada y por Sevilla
que todo hombre namorado
que se case con su amiga.
Que el amor me quita el sueño.
Quiero dormir y no puedo
que el amor me quita el sueño.
Que todo hombre namorado
que se case con su amiga.
¿Qué haré, triste cuitado
que es ya casada la mía?
Que el amor me quita el sueño.
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Literatura Popular Española
[SEPA] Llamados villancicos, los poemas breves y anónimos, como el que hoy compartimos; tienen dos partes, el estribillo y la glosa. De neto origen popular, estas creaciones reflejaban los sentimientos más simples y nobles de la gente del burgo medieval español. Los poemas medievales eran transmitidos por juglares y trovadores que los difundían de pueblo en pueblo y, como sucede con toda la tradición oral, la misma era enriquecida en los diferentes lugares en los que se escuchaban. Por ello no es extraño encontrar versiones más o menos diferentes de un mismo tema cuando, con posterioridad, se fueron transcribiendo estas trovas por los recopiladores del cantar popular.
Hay que diferenciar las figuras del trovador y del juglar. Los trovadores eran, por lo general, compositores, músicos e intérpretes cultos de clase alta. La poesía era respetada por la tradición cultural hispánica y considerada hasta una actividad viril, propia de verdaderos hombres de fuste. Los juglares, por su parte, rara vez eran los autores de las obras que interpretaban. Tenían una vida ambulante y mixturaban sus cantares con malabares, actuaciones teatrales e ilusionismo. Vivían de adaptar las obras clásicas al gusto popular haciéndolas a veces cómicas, a veces grotescas y a veces irónicas; provocando el divertimento de sus espectadores callejeros y una buena retribución. En definitiva, como fuere, la poesía atravesaba todos los estratos sociales de España.
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Tal vez ello explique el extraño fenómeno sociológico que implicaba la rara combinación del arte de la guerra y la literatura; pues no pocos grandes escritores españoles eran la vez soldados, cultos hombres de letras y músicos; cuya formación excelsa no empalidecía su comportamiento aguerrido en la batalla. Por dar algunos ejemplos cabe recordar que el máximo escritor español, Don Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) fue un valiente caballero y soldado que participó en numerosas contiendas militares y fue prisionero de los moros; aún después de que fuera herido en su brazo en la histórica batalla de Lepanto. Otro ejemplo fue el de Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645), de formación militar, espía del rey, experto espadachín y hombre indomable que participó en numerosos duelos de armas. A ellos tenemos que agregar a los escritores de casi todo el siglo de oro español; fueron militares en actividad los destacados escritores Lope de Vega (1562-1635), Calderón de la Barca (1600-1681), Garcilaso de la Vega (1501-1536), Francisco de Aldana (1537-1578), etc.
La tradición siguió hasta el siglo XIX, pues grandes militares españoles recibieron una educación excelsa. El Capitán español americano Don José de San Martín, luego devenido en libertador de varios pueblos de la América Española y educado en el Colegio de Nobles de Madrid fue un destacado músico, alumno de Don Fernando Sor, otro militar y extraordinario guitarrista y compositor. El general Pío Tristán comandante de las tropas enviadas por Fernando VII para reconquistar a los virreinatos escindidos durante su prisión; se recibió además de abogado en Salamanca y fue compañero de su amigo y rival en américa que lo derrotó en dos batallas, Don Manuel Belgrano, abogado recibido en la misma universidad y general argentino por necesidad. |
La poesía medieval española, se dividía en la poesía lírica de neto corte pueblerino que incluía a composiciones que se denominaban jarchas (de origen moro), las cantigas de amigo (poemas con estrofas encadenadas) y los villancicos. También estaba la poesía épica transmitida por los juglares que recitaban y cantaban los romances del romacero viejo y del romacero nuevo. Contaban las aventuras de los héroes de la reconquista como el Cantar del Mío Cid que narra la historia del caballero Rodrigo Díaz de Vivar. Esta producción artística de los juglares se conoce también como el “Mester de Juglaría” y es de neto corte popular. Por último tenemos la poesía culta elaborada de manera exquisita por los clérigos como Gonzalo de Berceo autor de “Los Milagros de Nuestra Señora” o la obra de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita y su “Libro del Buen Amor”. |
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