Historia de la Cruz de Hierro y la Llave del Diablo
(o el Negro Herrera - Relato anónimo argentino)
[Versión SMD] Cierto día tres hermanos salieron una madrugada a rodar tierras. Después de mucho cabalgar por las áridas llanuras del oeste, divisaron a lo lejos un rancho solitario. Cansados como estaban, decidieron acercarse a pedir cobijo por la noche que se avecinaba y cuando llegaron, se encontraron que el dueño de la finca era, nada menos que… el Negro Herrera. La oscuridad incipiente poblada de lobos y alimañas los animó, no sin temor, a pedirle asilo hasta el amanecer. El Negro los recibió con amabilidad y les dijo que sí; invitándoles unos mates. Ataron sus mulas en el horcón del rancho y conversaron de bueyes perdidos sentados alrededor de un brasero que el Negro tenía en la entrada de su casa para calentarse. Un loro barranquero profería insultos desde su aro, para diversión de todos y así paso el tiempo hasta que el sol se ocultó en el horizonte. En ese instante el anfitrión los invitó a ingresar al rancho para cenar. Una vez adentro presentó a sus tres hijas, quienes pusieron la vajilla y sirvieron la cena, dejando boquiabiertos a los hermanos por su belleza.
Deben saber que el Negro Herrera era una de las advocaciones del demonio y él, según rumoreaba la gente de campo adentro, comía a los peregrinos que llegaban a su casa.
Cuando terminaron de cenar, el Negro trajo una vasija panzona y sirvió un vino fresco a los invitados para asentar la comida. Todos bebieron despreocupados, menos uno de los hermanos que se llamaba Segundo; el cual receloso derramó con disimulo el contenido de su vaso. Mientras brindaban, el Negro comentó que, como no tenía suficientes camas en el rancho, los hermanos tendrían que compartirla con cada una de sus tres hijas. Asombrados y felices los hermanos siguieron bebiendo con entusiasmo, pues la belleza de las mujeres era inigualable; salvo Segundo, que era muy desconfiado y se mantuvo alerta.
Sin embargo, al momento de acostarse los jóvenes se durmieron como por arte de magia; menos Segundo, que fingió hacerlo. Al rato ingresó el Negro Herrera y puso un gorro colorado a cada una de sus hijas y se fue. Segundo, sospechando que algo traía entre manos, se apresuró a ponerse el gorro de su acompañante y lo mismo hizo con sus hermanos que dormían profundamente. Así pasaron las horas hasta que llegó la más oscura de la noche, aquella que precede al alba; cuando sorpresivamente regresó el Negro Herrera y degolló a cada una de sus hijas creyendo que eran los tres jóvenes. Luego regresó tranquilo a su cama a seguir durmiendo. Segundo, que fingía dormir, horrorizado despertó a sus hermanos contándoles lo que había sucedido y los tres huyeron de prisa, aunque el astuto joven se dio tiempo para llevarse los tres gorros colorados. Ya en la puerta del rancho, al ver que los hermanos escapaban, el loro empezó a gritar… seguir leyendo en el siguiente link:
El Cuento Folklórico Argentino
[Silvio Marcelo Dall'Ara] La riqueza cultural argentina abreva de las tradiciones mestizadas de los pueblos originarios y de los españoles, circunstancia que ha generado un sincretismo religioso producto de la fusión del cristianismo con creencias populares ancestrales. Numerosas recopilaciones de relatos transmitidos oralmente de generación a generación, dan cuenta de esta particular fisonomía del folklore de los pueblos hispanoamericanos.
Lo que caracteriza a los cuentos populares en primer lugar es su oralidad; lo que a su vez invisibiliza al autor originario, porque el relato se va enriqueciendo con cada narración transformándose en una obra colectiva y anónima. Como consecuencia de esta dimensión colectiva los relatos reflejan la cultura sincrética del pueblo mestizo que los ha generado y admiten varias versiones. Tradición oral, anonimato o creación colectiva, sincretismo cultural-religioso y la existencia de varias versiones de un mismo relato; son las cuatro características básicas de los cuentos folclóricos.
Con la llegada de la inmigración mayoritariamente italiana, la última oleada española de fines del siglo XIX y la de franceses, irlandeses, árabes y judíos; se diversifican las fuentes culturales del folklore argentino que introduce tradiciones orientales como las derivadas de “Las mil y una noches” y las celtas traídas por inmigrantes irlandeses; que se reflejan, éstas últimas por ejemplo, en la cantidad de relatos de duendes criollos que aparecen a fines de siglo XIX. |
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Como elementos de la cultura europea encontramos relatos que hablan sobre castillos, reyes y señores en un escenario onírico que permite imaginarlos en la inmensidad del paisaje argentino como si fueran naturales de él. De Europa también llegaron las fábulas como historias moralizantes protagonizadas por animales, como los conocidos “Cuentos del Zorro”, el cual es llamado como “Don Juan”. La tradición cristiana ha generado un subgénero de cuentos folklóricos argentinos que podemos identificar como los “cuentos religiosos” que plantean la dicotomía entre el bien y el mal, mediante el recurso de las personificaciones sobre todo del diablo, al que se lo muestra por lo general vulnerable, aunque como una amenaza permanente a la que hay que neutralizar.
Entre los más importantes estudiosos del folklore argentino, se encuentra el sanjuanino de nacimiento pero catamarqueño por adopción Adán Quiroga (1863-1904) abogado, jurista, historiador, periodista, folklorista y arqueólogo que ha indagado en las tradiciones norteñas y en el folklore calchaquí; Juan Alfonso Carrizo (1895-1857) que fue un investigador catamarqueño de la poesía oral, uno de los más importantes de América. Combinó el trabajo de campo, con la investigación erudita. No sólo ha recogido de boca del pueblo campesino y aldeano todas las formas poéticas incluidas en su habla (juegos, danzas y canciones), sino que también rastreó en los documentos europeos y americanos hasta las noticias más remotas del origen cierto o presumible de cada especie. También fue importante el aporte de la antropóloga Susana Chertrudi de Nardi (1925-1977) |
Susana Chertudi se desempeñó durante 26 años como investigadora y fue también Jefa Científico-Técnica del Instituto Nacional de Antropología (INA); ejerció la docencia en la naciente carrera de Ciencias Antropológicas (Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires). Promovió y organizó la creación del Colegio de Graduados en Antropología de la República Argentina (CGA). Impulsó la difusión y la jerarquización de la antropología orientada a la reflexión social y a una concepción más amplia y fundada de la cultura nacional. Se destacan sus recopilaciones de cuentos populares a las que tituló “Juan Soldao” (cuentos folklóricos argentinos) y los “Cuentos del Zorro”. En sus recopilaciones aclara que son cuentos de Argentina por haber sido narrados por habitantes de esta tierra, pero no son necesariamente nativos de argentina; en el sentido que sus fuentes podían ser tan lejanas como el origen de los inmigrantes que poblaron nuestra tierra.
Una última reflexión sobre la cultura popular y folklórica de Argentina y de Hispanoamérica en general, tan mestiza por sus diversas fuentes, como original por su conformación identitaria por hacer nacido de la unión de las diversas culturas que la integran y de la enorme fuerza centrífuga que las ha fusionado hasta generar una nueva cultura propia. Argentina fue el crisol de razas que se mestizaron y el crisol de culturas que se mixturaron, fusionados por el idioma español, que fue y sigue siendo una lengua universal desde hace 500 años. La extraña fortaleza cultural de Hispanoamérica ha hecho que una sola nación balcanizada en varios pequeños y medianos estados conserve su identidad hispanoamericana y mestiza y que un habitante hispanoparlante del sur de los Estados Unidos pueda entenderse y tenga más en común con un argentino, un peruano, un boliviano, un paraguayo, un uruguayo o un chileno, que con un estadounidense angloparlante.
Frente a la unidad cultural, religiosa e idiomática de Hispanoamérica se contraponen los archipiélagos culturales aislados por el racismo y la intolerancia en Estados Unidos donde las culturas no se fusionaron. Frente al racismo cultural francés, donde árabes inmigrantes de cinco generaciones siguen siendo árabes; en Argentina la cultura árabe se fusiona desde la gastronomía, la literatura y el comercio, como todas las otras que arribaron desde Europa y Medio Oriente.
Los cuentos populares y folklóricos argentinos reflejan esta realidad. El que hoy publicamos tiene varias versiones y fue recopilado también por Susana Chertrudi en su libro “Juan Soldao”, bajo el título “El Negro Herrera”, una de las formas con que la cultura popular nombra al demonio. Sin embargo la versión que hoy ofrecemos refleja algunos matices diferentes, aunque conserva la esencia y el argumento rescatado por la Profesora Chertrudi. La fuente de esta versión es catamarqueña (provincia del norte de Argentina) y su título “Historia de la Cruz de Hierro y la Llave del Diablo”, evoca a “Las Mil y Una Noche”; lo reconstruí de memoria para la ocasión, a partir de los relatos familiares y tomando como referencia el recopilado por la Profesora Chertrudi en su libro “Juan Soldao”. La única diferencia importante radica en la existencia de la “llave”“ que luego se convierte en cruz de hierro” y cierto sentido cíclico de la historia que sugiere otra historia que deja al lector intrigado. Como ocurre en estos cuentos moralizantes, el diablo pierde, pero siempre acecha. |
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