[SEPA] El escritor y guionista Robin Wood, autor de historietas como “Nippur de Lagash”, “Mi novia y yo”, “Helena”, “Pepe Sánchez”, “Gilgamesh”, “Savarese”; entre tantos otros títulos que incluyen 95 personajes y 10.000 guiones; falleció el pasado domingo 17 de octubre por la noche. Paraguayo de nacimiento, hijo de irlandeses y escoceses, trashumante y ciudadano del mundo por vocación; recorrió en su vida todos los continentes. Fue admirado y leído hasta el fanatismo en Argentina y su vida nómade fue tan agitada y enigmática como la de sus múltiples personajes.
Autodidacta, dibujante, políglota (hablaba español, italiano, francés e inglés) y lector ávido; sólo tuvo estudios formales hasta el sexto grado de la primaria, pero a esa edad ya había leído a muchos clásicos tales como Baudelere, Hemingway y Steinbeck. Su capacidad de trabajo fue notable, Wood trabajó en cientos de historias con diferentes dibujantes de la Argentina, como su amigo Lucho Olivera, Carlos Vogt, Juan Zanotto, Ricardo Villagrán, Enrique Breccia y Alberto Salinas entre otros.
El personaje más icónico de Wood
Sin embargo sus comienzos fueron difíciles, su madre fue una persona muy independiente que lo dejó solo en varias oportunidades, en una de las cuales quedó a cuidado de unos rústicos familiares en Paraguay que lo iniciaron en el duro trabajo de los aserraderos colindantes a la selva paraguaya. Fue un niño y adolescente solitario cuyo mejor amigo fue un perro ovejero alemán llamado Tom, que luego fue inmortalizado en la conocida historieta “Mi Novia y Yo”. Wood fue changarín, camionero y hachero, y ya en Argentina, obrero de una fábrica en Martínez a la que debía llegar todos los días desde su humilde pensión en el barrio porteño de Retiro. Si bien sabía dibujar, sólo lo hacía discretamente; por lo que prefirió dar voz a sus personajes delegando en otros artistas la tarea de darles la forma y el color.
Portada de su biografía publicada por “El Ateneo”
En su empeño para ser mejor dibujante se inscribió en la otrora conocida “Escuela Panamericana de Dibujo” de Buenos Aires, oportunidad en la que conoció al gran artista Lucho Oliveira con el cual tenían la costumbre de conversar en un café después de las clases, ocasiones en las que le compartió algunos de sus guiones. En una oportunidad esas reuniones se espaciaron porque Wood no tenía dinero ni para el café y había dejado de concurrir a la Escuela de Dibujo para trabajar más horas. Sin embargo estos encuentros le cambiarían la vida.
Se cuenta en su biografía “Una vida de Aventuras” (un extraordinario libro escrito por Diego Accorsi, Julio Neveleff y Leandro Paolini Sommers publicada este año por la Editorial “El Ateneo” y que recomendamos), que unos meses después de alejarse se la escuela de dibujo y cuando ya había dejado de encontrarse con su amigo Olivera; llegó tarde a su trabajo en Martínez después de caminar varios kilómetros desde su pensión en Retiro, pero el capataz no lo recibe, negándole hasta el dinero para el colectivo para regresar. En medio de una lluvia emprende el regreso y tras guarecerse en un quiosco, miró una revista de la Editorial Columba donde trabajaba su amigo Lucho. Mirando el índice encontró un nombre que le era familiar y que rezaba “Historias para Lagash” y cuyos autores eran Robin Wood y Lucho Olivera. Su amigo había dibujado sus historias y las había publicado en la Editorial Columba y no lo había podido localizar para avisarle. Mojado y mal trazado se llegó a la Editorial y allí comenzó su estelar carrera de escritor.
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Entrevista con Juan Sarustaín
Poco tiempo pasó hasta que se llegó a transformar en el escritor más importante de la editorial llegando a escribir hasta dieciséis historias por semana. Para que su nombre no se repitiera tanto en las revistas, tuvo que inventarse seudónimos, como Mateo Fussari, Robert O'Neill, Noel Mc Leod, Roberto Monti, Joe Trigger, Carlos Ruiz y Cristina Rudlinger. Ha declarado con cierta ironía, por el último pseudónimo: “Yo he sido la primera escritora femenina de historietas”. Escribió artículos sobre cine, historia y arte, fue un anticipado militante ecologista. Se publicaron decenas de libros con sus historietas y su obra fue respetada no sólo por sus colegas del rubro y los amantes de las novelas gráficas sino por escritores de la talla de Humberto Eco, confeso admirador de las historietas de “Dago”.
Dago: La vida de Dago recuerda a la del Conde de Montecristo. Dago es un noble veneciano caído en desgracia y dado por muerto por sus enemigos, pero que persiste en acecharlos desde las sombras, mientras vende su espada como mercenario o viaja por Europa para terminar siempre involucrado en las intrigas palaciegas. En la Argentina aún se publican sus aventuras en tomos recopilatorios de las editoriales Comic.ar y Revolver.
Nippur de Lagash: La primera, y una de las más populares historietas de Wood fue una creación conjunta con el dibujante Lucho Olivera. Narra la historia de un general sumerio que es obligado al exilio tras una invasión. Nippur recorre el mundo antiguo y en esos periplos gana fama como aventurero, pero también como hombre sabio.
Mi novia y yo: Era una serie creada para la revista Intervalo (la antología de historietas orientadas al público femenino de Editorial Columba) y era una suerte de parodia de la vida del propio guionista. Tino, el protagonista, era periodista en la editorial “Palomita”, una clara referencia a la propia Columba. Junto con Pepe Sánchez son dos de los títulos más recordados, gracias a su costado humorístico.
En sus últimos tiempos, la dolencia que padecía le impedía escribir y el pasado domingo decidió partir nuevamente, como era su costumbre, quién sabe a qué puerto lejano. Que descanse en Paz, Maestro.
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