Una madre Macrauchenia y su cría
Charles Darwin, eminencia histórica sobre la evolución de las especies, descubrió y puso atención en las macrauchenias. “Ocurre que esta especie representa un experimento evolutivo único, porque son animales de características muy llamativas”, indicó el investigador de la División Paleontología de Vertebrados del MLP.
Los Dres. Marcelo Reguero, Mariano Bond y Javier N. Gelfo son los investigadores del MLP que participaron de este estudio.
El doctor Gelfo describió que “tenían cuerpo robusto, contextura fuerte; pisaban con tres dedos, lo cual es un rasgo interesante; y también son llamativas porque sus narinas están ubicadas hacia arriba, no hacia adelante como puede ser en el hocico de un perro, sino casi por encima de los ojos, como ocurre en cetáceos, tales como los delfines y las ballenas”.
“Uno puede observar la evolución del linaje de los Litopterna al cual pertenece la Macrauchenia y puede ir reconstruyendo cómo es que las narinas pasaron de estar en una posición, entre comillas, ‘normal’ hasta llegar a ubicarse casi a la altura de los ojos”, precisó el paleontólogo a la Agencia CTyS-UNLaM.
Manada de Macraukenias
Estas modificaciones pudieron haberse debido a que los miembros de este linaje se desplazaban por ambientes áridos, con mucho polvo y con alto contenido de ceniza volcánica, por lo que estas trompas podrían haber sido seleccionadas evolutivamente como un mecanismo para filtrar el aire de una forma más efectiva. Además, es posible que estos animales se desplazaran en manadas, con lo cual habrían levantado mucha polvareda a su paso.
El doctor Javier N. Gelfo, realizando una tarea de rescate de un fósil.
El linaje de los Litopterna fue tan extenso que se remonta a inicios del Cenozoico, cuando tuvieron un ancestro común con los Perissodactyla, linaje en el cual se agrupan los caballos y rinocerontes entre otras especies. En ese momento, compartían prácticamente el mismo ADN y se estima que esa especie común tuviera una contextura pequeña, fuera herbívora y tuviera dientes de corona baja similares a como hoy tienen los chanchos y jabalíes.
De este estudio internacional también formaron parte los doctores Marcelo Reguero y Mariano Bond del MLP, el investigador Alejandro Kramarz del Museo Argentino de Ciencia Naturales y la doctora Analía Forasiepi del IANIGLA-CONICET. En tanto, el Museo de San Pedro y el Museo de Mar del Plata colaboraron con la investigación. El equipo de investigadores multidisciplinario también contó con especialistas de Chile, Uruguay, Francia, los cuales fueron coordinados por Michael Westbury y Michael Hofreiter del Instituto de Bioquímica y Biología de la Universidad de Postdam, Alemania, y Ross MacPhee del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York.
El ejemplar que permitió obtener el ADN fue descubierto en una cueva del sitio arqueológico y paleontológico Baño Nuevo-1, ubicado al sur de Chile. “Esperábamos encontrarlo en huesos internos del oído por ejemplo, pero obtuvimos el resultado positivo de una falange, lo cual para nosotros fue inesperado, y demuestra que fue clave para esta preservación que el material fuera sepultado en un ambiente sin oxígeno, con poca humedad”, detalló el doctor Gelfo. (Fuente: Agencia CTyS-UNLaM)
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