De joven se enfermó con cáncer de mama por lo que fue operada. Decepcionada por no encontrar una cura para su enfermedad, su carácter se volvió cada vez más sombrío, al igual que sus versos. Reivindicó el suicidio como una opción válida tributaria del libre albedrío y así lo expresó en un poema dedicado a su amigo y amante, el escritor uruguayo Horacio Quiroga quien se suicidó el 19 de febrero de 1937. Al año siguiente Alfonsina toma la determinación de suicidarse un 25 de octubre de 1938; el mismo año que otro gran escritor argentino, Leopoldo Lugones, también se había suicidado unos meses antes (el 18 de febrero de 1838).

El crítico Jaime Martínez Tolentino analiza su obra reconociendo en ella dos etapas. La primera es de corte romántico y abarca desde La inquietud del rosal hasta Poemas de amor, los cuales están basados en las temáticas del amor carnal y espiritual, con dimensiones eróticas y sensuales dejando ver cierta insatisfacción y resentimiento hacia la figura masculina. Reconoce que en su obra la poeta defendió los derechos de la mujer. La segunda etapa comienza con Mundos de siete pozos y afirma que en ella observa el predominio del intelecto sobre las emociones. La escritora abandonó el erotismo concreto y la nota autobiográfica, para pasar a escribir sobre el amor de una forma más abstracta y reflexiva utilizando en ocasiones la ironía. Es cuando se concentra más en el contenido de su poesía y utiliza más el verso libre y soneto sin rima. Su poesía se vuelve más depurada y pura, más hermética y más repleta de simbolismo oscuro y comienza a rehuirle a las formas poéticas de mayor libertad para acercarse a otras de mayor restricción formal.