Así como las ondas sísmicas que viajan a través del cuerpo de la Tierra revelan lo que hay en el interior del planeta, las ondas acústicas que se trasladan a través del cuerpo del Sol pueden indicar lo que hay en el interior de la estrella. Afortunadamente para los heliosismólogos, el Sol tiene ondas acústicas en abundancia. El cuerpo solar está literalmente rugiendo con movimientos turbulentos de ebullición. Esto sienta las bases para la temprana detección de manchas solares.
Ilustración de las enrevesadas líneas del campo magnético que se extiende por todo el sol
“No podemos realmente escuchar estos sonidos a través del abismo del espacio”, explica Llonidis, “… pero podemos ver las vibraciones que hacen en la superficie solar”. Instrumentos ubicados a bordo de dos naves espaciales, la venerable SOHO [Solar and Heliospheric Observatory u Observatorio Solar y Heliosférico, en español] y la más reciente SDO [Solar Dynamics Observatory u Observatorio de Dinámica Solar, en español] constantemente monitorizan el Sol en busca de actividad acústica.
Magnetograma [imagen magnética] del Sol que muestra las zonas magnéticamente intensa [regiones activas] en blanco y negro
Las manchas solares sumergidas tienen efectos detectables en la acústica interior del Sol; a saber, las ondas de sonido viajan más rápido a través de una mancha solar que a través del plasma circundante. Una gran mancha solar puede saltar una onda acústica por 12 a 16 segundos. “Midiendo estas diferencias relacionadas con el tiempo podemos encontrar las manchas solares ocultas”.
Llonidis dice que la técnica parece ser más sensible a las manchas solares localizadas 60.000 km [37.282 millas] por debajo de la superficie del Sol. El equipo no está seguro de por qué ésta es “la distancia mágica”, pero es una buena distancia porque les otorga una advertencia de que una mancha está por alcanzar la superficie con al menos dos días de anticipación.
“Esta es la primera vez que alguien ha sido capaz de señalar un parche vacío del Sol y decir que está a punto de aparecer una mancha solar”, dice el profesor Phil Scherrer, quien es el director de tesis de Llonidis, en el Departamento de Física de Stanford. “Es un gran avance”.
“Hay límites en la técnica”, advierte Llonidis. “Podemos decir que una gran mancha solar está por aparecer, pero aún no podemos predecir si una mancha en particular producirá una llamarada dirigida hacia la Tierra”.
Hasta ahora, ellos han detectado cinco manchas emergentes: cuatro con la nave espacial SOHO y una con la nave SDO. De esas cinco, dos produjeron llamaradas de tipo X, que es el tipo de explosión solar más potente. Esto alienta al equipo a creer que su técnica puede hacer una contribución positiva en el pronóstico del tiempo en el espacio. Debido a que la heliosismología es computacionalmente intensiva, todavía no es posible llevar a cabo una monitorización regular de todo el Sol [“no tenemos suficientes ciclos de CPU”, dice Llonidis], pero él cree que es sólo cuestión de tiempo antes de que los refinamientos en su algoritmo permitan detecciones rutinarias de las manchas solares ocultas.
La investigación original a la cual se hace referencia en esta historia se puede hallar en la revista Science: "Detection of Emerging Sunspot Regions in the Solar Interior [Detección de Regiones de Manchas Solares Emergentes en el Interior del Sol]", por Llonidis, Zhao y Kosovichev, 333 [6045]: 993-996.
SOHO, un proyecto conjunto de la NASA y la Agencia Espacial Europea, fue lanzado en diciembre de 1995 y está aún en operación. El SDO es una misión de la NASA y fue lanzada en febrero del año 2010. El profesor Scherrer, tutor de Stathis Llonidis, es el investigador principal del MDI [Generador de Imágenes por Efecto Doppler-Michelson, en español], ubicado a bordo de la nave SOHO, y del HMI [Generador de Imágenes Magnéticas y Heliosísmicas, en español], localizado a bordo de la nave SDO. Los datos tomados tanto por el MDI como por el HMI fueron utilizados en esta investigación. |
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